La casa de socorro de Gente Joven

por | 29/09/2015

GJ8

Casa de Socorro es el título del segundo álbum de Gente Joven, deslumbrante anomalía en el contexto del indie patrio, orfebres de canciones de café triste, y arquitectos de un pop enigmático en la onda de los primeros Slowdive, los Sr. Chinarro de “La Pena Máxima” o un Javier Aramburu (Family) trufado de shoegazing. Diez piezas de un mismo tablero emocional que fluctúa entre la evocación de instantes perdidos y la esperanza de sentir plenamente la vida sin anestesia. Y, por supuesto, un clásico instantáneo.

Gente Joven fue un talent show español de los años 70 y 80. También es el proyecto musical donde Fernando de la Flor vuelca su inquietud por el pop oscuro, las texturas ambientales y los textos en castellano junto a Patricia Magadán (voz) y Pablo Álvarez (guitarra). Nacidos en León durante el verano de 2013, aparecieron en Bandcamp con 4 canciones auto-producidas que posteriormente fueron recopiladas junto a otras 4 en su Cd de debut I, II, III y IV, publicado  por Discos de Kirlian.

Los grupos que vienen a la mente cuando los escuchas podrían ser, por citar algunos, Family, The Cure, el Sr. Chinarro de Pequeño Circo o La Pena Máxima, Galaxie 500, The Magnetic Fields, Silvania, Vitesse o Slowdive. A ellos les gusta denominar lo que hacen como “Dream-pop de merendero”. De merendero abandonado y anclado en la memoria. Y a nosotros nos gusta darles la razón, como a esa verdad que se siente cuando sus canciones – ensoñadoras, pero terrenales al mismo tiempo-  te dejan demasiado triste como para tomártelos a broma.

Y de este modo Acuarela publica su segundo álbum, Casa de Socorro, 10 composiciones acres y ocres, pero también luminosas como cuando se abre la persiana tras una noche apocalíptica. Shoegaze melancólico en castellano con las suficientes aristas como para conquistar desde la primera escucha. Si bien la idea que sobrevuela el disco es la de la pérdida (la portada representa la noción del elemento ausente en una escena) de todo aquello que ya no podemos aprehender, apenas recrear y a duras penas evocar,  la emoción que permanece es la de una vitalidad que va más allá de una media sonrisa o del llanto contenido.

 

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