«Las Frutas Amarillas» de AA Tigre, mejor disco nacional del año

por | 24/01/2023
Rafa aka AA Tigre

Rafael Martinez del Pozo, antes en Yogur, LA JR (JR) y Las Hermanas Diego es, desde 2004, también AA TIGRE. “Las Frutas Amarillas” (Acuarela, 2022) es su tercer álbum (y quinto lanzamiento en total) bajo ese prisma de música austera entre el blues más primitivo, el ambient y una voz que sujeta o canta palabras. Historias que incuban más historias de intimidad y supervivencia: la vida dispuesta en orden alfabético.

Desde su estudio de sonido, Rafa Martínez del Pozo  ha producido a grupos como Kiev Cuando Nieva, Roldán, Dos Gajos, Gente Joven, A Veces Ciclón, Lorena Álvarez, Fee Reega, Santiago La Barca, Vialdela o Ixiar Rozas. Formó parte del colectivo AA Records junto a amigos repartidos en Nueva York, Huesca o Hamburgo, y para el que grabó multitud de discos. Al igual que en sus anteriores referencias, también produce “Las Frutas Amarillas”, donde además toca todos los instrumentos: guitarras, sintetizadores, xilófono, glockenspiel, percusiones, grabadora.

Con tamaña trayectoria AA TIGRE a estas alturas ya no reivindica nada (hablamos de estilos y escenas, por supuesto); pero lejos de sentirse un jeroglífico cuyo significado tan solo es obvio para los más devotos, sigue apostando -en una especie de continuo, generado por piezas aparentemente similares- por la hermosa desnudez de la melodía, liberada de todo artificio, minimalista, oblicua, hermética y llena de silencios. Son canciones cocinadas a fuego lento, ajenas a la prisa, elaboradas como quién limpia un pescado o se cosiera una herida abierta, canciones no lejos de John Fahey, Mount Eerie, Felt, Nick Drake, Skip James, Jonathan Richman o Mikel Laboa. Canciones lentas pero desbocadas, canciones palpitantes, mitad gozo y mitad pánico.

Y es que enfrentarte a “Las Frutas Amarillas” -grabado en el verano de 2020 en su estudio en Castro de Cepeda (Leon) durante dos o tres semanas dejándose llevar, borrando y superponiendo tomas- es recordar lo que sentiste al escuchar a Nick Drake por primera vez, al Nick Drake de “Pink Moon”: fundamentalmente una voz y una guitarra que mediante un ecosistema de detalles, serpenteos sutiles, pausas, imágenes y melodías, expande una liturgia: el riguroso luto de quien conoce todas las gamas de gris: la yugular detrás de una bufanda.